domingo, 25 de noviembre de 2018

Vivir para aprender

Es curioso como cada día que pasa, la vida me enseña y me abre los ojos un poco más....
Hay veces que una se empeña en tener un tipo de relación con gente que bien porque no están bien o porque son así....no merecen la pena. Gente muchas veces familia, con la que te tomas algo en un sitio y que sin explicación basan toda su conversación en tocarte las narices porque saben que no vas a saltar por respeto a los que están alrededor y por supuesto por no darle ese gusto...pero mientras los oyes...ves su intención, ves esa sonrisa escondida y ves que lo único que pueden obtener de ti es compasión...compasión por no decir pena, pena por ser tan infelices como para que necesiten quedar por encima tuyo de esa manera...
Personas tóxicas, lastimosas y que pese a lo que ellos pretendan no los odio, no puedo decir que me caen mal, que no quiero verlos...solo puedo decir que ME DAN PENA, y creo que eso es lo que más les jode.

Una buena entrada para recuperar todos los meses que he estado liada con el trabajo, los niños y la vida misma, pero hoy se ha encartado hablar de esto, y como decía al principio de mi andadura...este blog solo lo tengo para mí, para contar, para desahogarme ..

Supongo que no soy la única que tiene este tipo de experiencias con gente cercana...mi marido me dice que no entre al trapo, que no conteste, que digan lo que digan me haga la tonta...y la verdad que aunque siempre he sido de defender la realidad y la lógica....en esto tengo que darle la razón...no merece la pena.

Se acaba el fin de semana, y la reflexión que he sacado hoy es que al llegar a mi casa, pese al ruido de los niños y demás...es mi refugio, mi paz, ...hablar con mi marido es hablar de cordura, de coherencia...